Dios me abandonó por no seguir su mandato. Dios me abandonó por callar y no insistir. Dios me abandonó cuando rechacé mis principios, cuando me sometÃ. Sostuve personas inocentes y las cercené. Causé en pueblos, heridas irreparables. Maté hombres y mujeres y ancianos enfermos. Sé que viviré con este dolor por siempre. Sé que este es mi castigo por los pecados que cometÃ. Revivir es condenarme al arrepentimiento perpetuo. Oh, cuánto deseo morir.
La luna me reconoce como monstruo, se esconde entre nubes y me niega su luz. ¿Cómo remendar los estragos? ¿Cómo disminuir esta aflicción? No importa cuánto asesine, sé que debo ir tras mi señor. Cometà pecados bajo sus órdenes. Confié en la lealtad inquebrantable como sinónimo de honor. Nunca debà obedecer, hoy sé que no.
Camino por las calles, busco tu casa. Sombras huyen al verme, son personas que se esconden. Camino y camino. Frente a tu puerta, me rodean tus discÃpulos. Son tus hijos. Ellos no saben lo que has hecho conmigo. Los golpeo con la espada, sin usar el filo. Abro, entro y camino.
De las escaleras baja una figura…
—Mi querida hermana.
—¿Cómo…? ¿Cómo sigues aquÃ?
—¿Está tu esposo en casa?
—¿Por qué?¿Cómo es que sigues aqu�
—Por favor, contesta la pregunta.
—Te vi morir, lloré por ti —corre y me abraza.
—Por favor, hermana. Contéstame.
—Cuando dijeron esas cosas horribles
supe que eran mentira. Tú no eres asÃ,
no eres eso que dicen.
—MÃrame bien, estoy aquÃ. En esto me he convertido.
—Cómo puede decir eso alguien tan bueno, tan dulce.
—Por favor, dime dónde se encuentra tu esposo.
—Tú no eres asÃ.
Te conozco mejor que nadie.
Somos de la misma sangre,
nacimos de la misma madre.
Recuerda esos dÃas de infancia,
la felicidad brillando en tu rostro.
Cuando el campo era nuestro
y cortábamos hojas de grama,
contábamos pétalos de sakura
y no llevabas una katana.
—Por favor…
—Yo quise… quise detenerlo.
Perdóname. Te defendÃ.
Le ofrecà mi vida.
Él no creyó mis palabras.
—¿Dónde está?
—Aún estás a tiempo. Puedes huir.
Por favor, huye. ¡Vete! Escóndete,
que nunca te encuentren.
Diré que eras un espectro,
diré que te vi desvanecer.
—No puedo, debo matarlo.
—La venganza no es digna de ti.
—Por favor, dime dónde está.
—¿Por qué deseas hacerlo?
—Debo hacerlo.
—Hay duda en tus palabras…
Te lo diré porque te amo,
te lo diré porque él debe
pagar sus pecados.
Un hombre asà no merece
mi amor y dedicación.
Un hombre asà no merece vivir.
Pero yo no me rindo contigo,
por favor, desaparece luego
de matarlo.
Comment