i
soy escoria humana esperando tu perdón, un demonio agotado por el remordimiento. quiero llegar a ti y pedirte de rodillas que me perdones por no buscarte. olvidé el sabor dulce de tus palabras, me dejé llevar por esta venganza. el odio latÃa y latÃa, sentà que iba a desgarrarme y causar una implosión. quisiera regresar el tiempo, quisiera haber huido, debà haber aprovechado la oportunidad y escapado. debà acudir a tus brazos. cegado por el ardor de la traición, la alternativa no se presentó. quisiera decirte que estuviste en mi mente a cada momento pero no. olvidé tu existencia, tu recuerdo mitigarÃa el rencor. me dejé llevar por el odio y me olvidé de tu amor.
mis pasos arrepentidos se dirigen al lugar de nuestra reunión. me pregunto qué pensarás al conocer los pecados que cometÃ, las muertes que causé, los hogares que destruÃ. me pregunto si me verás como el monstruo en el que me he convertido o si seguirás amándome. sé que es un deseo retorcido, confÃo más en tu perdón que en la salvación de dios.
hay sangre seca sobre mi piel; si no arreglo mi apariencia, seguro gritarás al verme. con sigilo, robo ropa de viajeros ingenuos. me escondo en el bosque, me baño en el rÃo. lo que quedó del kimono blanco, nada con la corriente; lo veo alejarse entre los peces. disfruto el agua fresca y pienso en ti, pienso las palabras que diré cuando me regañes por no ir a verte. pienso en los perdones que te ofreceré cuando tus ojos me juzguen, pienso en las semanas que perdà en esta ruta, sé que mi decisión no fue solemne como mi primera muerte. me pregunto si te asustarás al reconocerme.
eres rayos de sol,
grama fresca,
brisa insistente.
eres la estrella
que no se esconde
al verme.
estás en cada atardecer,
en cada gota de agua.
estás sentadoÂ
sobre las piedras,
rezándole a dios
que regrese.
sé que fui insolente
al no correr
y refugiarmeÂ
en tu perdón.
sé que te amaré por siempre,
eres la calidez que necesito.
eres el aire, eres la brisa,
eres el sol y la lluvia.
si me niegas tu sonrisa
cuando llegue a ti,
sabré que la vida
es mi castigo.
ii
corro hasta que mi piernas quedan entumecidas, corro hasta que las piedras se clavan en mis pies, corro mientras me desangro por dentro. la incertidumbre susurra oraciones que me provocan el llanto. ¿qué pasará si ya no me amas? ¿qué pasará si no perdonas mi decisión? no correr hacia ti, en cuanto mis párpados se abrieron y supe que mi cuerpo seguÃa vivo, fue mi peor error. por favor, espero que me perdones. por favor, espérame en el lugar de siempre. por favor… llegaré pronto.
el sol amenaza con ocultarse, el cielo celeste comienza a desaparecer. se hace tarde y corro, corro con todas mis fuerzas, corro hasta perder el aliento. las dudas se repiten en mi cerebro, necesito respuestas para no dejarme llevar por escenarios amargos. quiero verte pronto, quiero ver tu rostro y sostenerlo en mis manos, quiero besarte y pedirte perdón.
tenues rayos de sol tiñen el cielo
de amarillo, anaranjado y rojo.Â
sentado a la orilla del lago, estás tú.
con la respiración agitada,
tropiezo y me lastimo.
el aire contenido
huye en un suspiro
de alivio.
corres al verme
y yo corro hacia ti.
mis brazos rodean tu cuerpo,
deseo que este momentoÂ
sea eterno.
por favor, nunca me sueltes.
por favor, nunca me dejes ir.
por favor, seca mis lágrimas
usando tus besos.
acostados sobre la grama, viendo gaviotas pasar, viendo el lago respirar, escuchas la historia de mi encrucijada. mi cabeza sobre tu brazo, mis manos acariciando tu rostro. seco tus lágrimas y te pido perdón. secas mis lágrimas y me regalas tus besos.
amor, soy fuerte ahora.
amor, podremos huir.
podré defendernosÂ
del mundo, mi amor.
iii
te veo envejecer,
te preocupas por mÃ.
te digo «estaré bien
cuando te vea partir».
sostengo tus manos
cuando lo necesitas
asà como sostuviste las mÃas,
me convierto en tus piernas, asÃ
como te volviste mi estrella, mi guÃa.
seguimos juntos y paseamos
alrededor de nuestro lago.
los colores del atardecer
tan cambiantes y cálidos
siguen sin ser tan bellos
como tu risa.
eres el ángel que calma mis penas,
eres la sonata que adormece
mis terrores nocturnos.
tu presencia diluye
la agonÃa de este demonioÂ
en el que me he convertido.
quisiera rogarte de rodillas
y pedirte «no me dejes»,
pero me prometÃÂ
ya no seguirÂ
estos deseos egoÃstas
si es por ti.
sé que no soy digno de la paz
que me entregas en cada beso.
sé que la vida es efÃmera,
sé que mi castigo es eterno.
conozco la fragilidad,
la siento en tus huesos.
sé que pronto tendré que ser fuerte
para que no me veas llorar
en tu lecho de muerte.
hoy sonrÃo por ti.
paso hielo por tus labios,
beso tu frente
y cierro tus párpados.
adiós, mi amor.
adiós, mi estrella.
adiós, mi sol.
construiré para ti
la tumba más bella.
iv
la casa del lagoÂ
que ambos hicimos,
es mi mayor tesoro.
aún si paso dÃas sin energÃas,
estás presente en mis pensamientos.
me levanto de la cama
cuando te recuerdo
y limpio el piso, sacudo las ventanas,
lavo los trastes, riego las plantas.
visito en cada atardecer
el altar que construÃ
con tu piedra favorita,
pienso en ti y dejo
comida e incienso.
visito el lago cada año
durante tu aniversario.
he visto cambiar el pueblo,
ahora hay casas de concreto.
aprendà a disfrutar cada momento,
seguro odiarÃas estos tiempos.
he adoptado pasatiemposÂ
que podrÃas reprochar.
guardé mi espada,Â
hoy me dejo llevar.
no importa queÂ
el ocio sea pecado.
se ha vuelto pacÃfica
esta ciudad.
culminó la era del samurái.
como hoja de grama
nadando en el rÃo,
tan solo me dejo llevar.
te extraño y te pienso,
sigo sintiendo la paz.
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